Orígenes y características

La novela policíaca moderna, también llamada detectivesca o policial, pertenece al género narrativo y nació en el siglo XIX. Mediante la observación, el análisis y la deducción se intenta resolver un enigma, normalmente un crimen, para encontrar al autor y su móvil.

En la novela policíaca el detective nunca fracasa, por tanto, siempre obtendremos al final las respuestas a los interrogantes sembrados en sus páginas. Nunca hablan de crímenes perfectos. El lector suele identificarse con el investigador y vive en primera persona las pesquisas que reconstruyen el crimen hasta dar con el asesino.

El relato policial es netamente urbano y nació a la vez que los cuerpos de seguridad en las ciudades europeas y norteamericanas a comienzos del siglo XIX. Se considera a Edgar Allan Poe el padre de la novela policíaca, que inició en 1841 con su relato Los crímenes de la calle Morgue. A este siguieron El misterio de Marie Rogêt (1842), La carta robada (1843) y El escarabajo de oro (1844). A Poe debemos el primer detective literario, Auguste Dupin, que sirvió de inspiración al celebérrimo Sherlock Holmes. El éxito fue arrollador desde el principio y sus cuentos se vendieron como rosquillas.

La narrativa policial tiene tres momentos:

  • En sus comienzos, el interés se centraba en el argumento, en tanto que la trama se aclaraba mediante el método deductivo. Así se cultivó hasta 1930.
  • Más tarde, el centro de interés varió hacia la explicación psicológica de los hechos y en el comportamiento de los personajes.
  • Desde hace algunas décadas, el estilo es mucho más realista y violento. Los crímenes tienen razones concretas; la trama mezcla intriga, espionaje, violencia e incluso sexo, y las innovaciones científicas están al día.

La mayoría de novelas policíacas tienen ciertos rasgos comunes, características que plasmó desde un principio Edgar Allan Poe, que más tarde perfeccionaría Arthur Conan Doyle y que el resto de escritores han seguido:

  • Planteamiento de un caso. Al principio resultará indescifrable y complejo. Sin embargo, utilizando la lógica y el intelecto podrá desentrañarse. En muchos aspectos es similar a una partida de ajedrez.
  • El detective o investigador suele ser una persona culta, observadora, muy inteligente y, en ocasiones, amante de la ciencia.
  • En toda investigación se sigue el método científico: observación, análisis, deducción.
  • La investigación debe tener un resultado doble: a) quién es el culpable del crimen, y b) cómo lo hizo, siendo esto lo que verdaderamente da sentido a la trama.
  • Habrá pequeñas dosis de violencia, casi siempre limitada a la presentación del caso.
  • La solución la da el detective en las últimas páginas del relato.

La novela policíaca en España

En España también se cosechó el género policíaco prácticamente desde sus inicios. Ya en el siglo XIX, Pedro Antonio de Alarcón escribió el relato El clavo, en el que un juez y su amigo investigan un caso a raíz de la aparición de un cráneo atravesado por un clavo. También Emilia Pardo Bazán con su novela corta La gota de sangre, entre otros relatos policíacos, se adentró en el género con bastante acierto a comienzos del siglo XX.

La novela policial fue perdiendo interés en décadas posteriores hasta la posguerra. A lo largo de los años cuarenta aparecen colecciones dedicadas al género que vuelven a ganar el interés de lectores y escritores hispanos. Triunfaron especialmente las obras de George Simenon y Agatha Christie.

Entre los autores españoles de entonces que se atrevieron a cultivar el género policial encontramos a Mario Lacruz con El inocente (1953); a Tomás Salvador con El charco (1953) y Los atracadores (1955), y a Francisco García Pavón con la serie de Plinio, jefe de la policía local de Tomelloso y su particular doctor Watson, el doctor Lotario.

Sin embargo, el éxito absoluto llegó con Manuel Vázquez Montalbán y su personaje más conocido, el detective Pepe Carvalho. Algunos de sus títulos son: Los mares del sur (1979), La rosa de Alejandría (1984), El laberinto griego (1991) o Milenio Carvalho (2004). Tampoco podemos olvidar a Eduardo Mendoza, autor de La verdad sobre el caso Savolta (1975) o El misterio de la cripta embrujada (1979). Por último, Lorenzo Silva, autor de El alquimista impaciente, Premio Nadal del año 2000. Sus personajes más conocidos son la pareja de guardias civiles, el sargento Bevilacqua y el guardia Chamorro.

La novela policíaca: la escuela inglesa y norteamericana

A la hora de hablar de los grandes autores del género policial se distingue entre la escuela inglesa o novela-problema y la escuela norteamericana o de serie negra.                  

A grandes rasgos, se diferencian en que, en la primera, el detective pertenece a un status social alto y se enfrenta al caso con calma, paso a paso, hasta esclarecerlo mediante el análisis. Por su parte, en la escuela norteamericana la violencia y el uso de las armas es habitual, incluso por parte del protagonista. Los hechos suelen ocurrir en sociedades pobres y deprimidas, y aparecen elementos como el racismo.

Algunos de los autores insignes de la escuela inglesa, aparte del creador del género, Edgar A. Poe, fueron:

  • Arthur Conan Doyle (1859-1930), escritor escocés padre literario de Sherlock Holmes, sin duda el investigador por excelencia, al que acompañaba y prestaba su perspicacia el doctor Watson. Son nueve las novelas protagonizadas por ambos: Estudio en escarlata (1887); El signo de los cuatro (1890); Las aventuras de Sherlock Holmes (1891); Las memorias de Sherlock Holmes (1892); El sabueso de los Baskerville (1901); El retorno de Sherlock Holmes (1903); El valle del terror (1914); Su último saludo (1908-17) y El libro de casos de Sherlock (1924-26).
     
  • G.K. Chesterton (1874-1936), escritor inglés creador del Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia ingenua, pero de espléndida agudeza mental, que fue el investigador protagonista de más de 50 historias policiacas reunidas en 5 volúmenes entre 1911 y 1935: La inocencia del Padre Brown; La sabiduría del Padre Brown; La incredulidad del Padre Brown; El secreto del Padre Brown y El escándalo del Padre Brown.
     
  • Agatha Christie (1890-1976), escritora y dramaturga británica, la más conocida del género sin lugar a dudas con más de dos mil millones de libros vendidos en todo el mundo y traducida a cuarenta y cinco lenguas. Tremendamente prolífica, escribió más de 100 títulos, muchos de ellos llevados al cine, como Asesinato en el Orient Express o Diez Negritos. Sus personajes más conocidos son Hércules Poirot y la anciana investigadora Miss Marple.
     
  • George Simenon (1903-1989), escritor belga, autor de las novelas y relatos protagonizados por el comisario Maigret. En 1958 se rodó una película con su nombre.

La escuela norteamericana surgió en EEUU a partir de 1930, coincidiendo con la época de la Ley seca, que prohibía la venta de alcohol, y cuando los gángsters campaban por las ciudades estadounidenses. En la corriente de la Novela negra destacan:

  • Dashiell Hammett (1884-1961), escritor estadounidense, quien dedicó toda su carrera a escribir novelas y relatos policíacos. Entre sus personajes más famosos están el duro e irónico Sam Spade de El halcón maltés (1930), que encarnó como nadie Humphrey Bogart en la película del mismo título en 1941; la pareja de detectives, Nick y Nora Charles, de El hombre delgado (1934); y el Agente de la Continental de Cosecha Roja (1929). Otras obras suyas son La maldición de los Dain (1929) y La llave de cristal (1931).
     
  • Raymond Chandler (1888-1959), autor estadounidense de novela negra y guionista de cine, creador del detective privado Philip Marlowe, llevado al cine en numerosas ocasiones. Algunas de sus novelas son El sueño eterno (1939), también interpretada por Bogart en la gran pantalla en 1946; La dama del lago (1943); El simple arte de matar (1950) o El largo adiós (1953).
     
  • Patricia Highsmith (1921-1995), otras de las autoras más conocidas del género. Estadounidense; sus obras giran en torno a la culpa, la mentira y el crimen, marcadas por el pesimismo y la crueldad. Destaca principalmente a la hora de recrear personajes castigados y castigadores. Obras suyas son El talento de Mr. Ripley (llevada al cine en 1999, interpretada por Matt Damon y Jude Law); Suspense; A pleno sol (con versión cinematográfica protagonizada por Alain Delon en 1960) o El juego de Ripley.